lunes, 26 de abril de 2010

Sera que no les interesa la educación?



Si habláramos en términos matemáticos tendríamos aquí una constante: Los trabajadores se organizan en sindicatos, los sindicatos reclaman buenos salarios, si los salarios son bajos los sindicatos hacen huelga.

En cualquier parte del mundo organizado es así.

La analogía vale para los maestros neuquinos, hoy demonizados por el gobierno y una parte de la prensa. Por ende, también demonizados por una parte de la sociedad.

Sin embargo, hay dos grandes agujeros negros en estas cuerdas.

Uno es táctico. El gobierno provincial decide todo día a día, encuesta en mano. La política está lejos de esa llanura cotidiana. Sapag decidió confrontar con los maestros, convencido de que la sociedad los condena por la huelga que llevan adelante. Pero le falta una parte del análisis. Tanto más tarde en resolver el conflicto, más rápido se dará vuelta la tortilla y aquellos que insultaban al gremio volcarán sus broncas, en igual esfuerzo, hacia los funcionarios incapaces de resolver la situación, incluido el propio gobernador.

El otro es filosófico. Si la constante es que los trabajadores organizados hacen huelga cuando se acaba el diálogo, el gobierno responde de manera desigual según sea quién esté enfrente. El gobierno, así, es la variable.

Tranquilamente se puede sospechar que, en honor a las gestiones que realiza habitualmente, para Sapag es más importante no prescindir de los servicios que prestan las petroleras o los bancos, antes que perder un día de clases de sus amados niños neuquinos.

Si el conflicto petrolero se resolvió en seis horas y el de los maestros tranquilamente podía llegar a los seis meses, ¿cuál es la pregunta que cabe realizar?

¿Es para el gobierno realmente importante que los chicos pierdan un día de clases? ¿O, en realidad, se adoptó la idiosincracia sobischista de considerarlo al gremio un enemigo al que hay que abatir?

Si prosperaba la huelga de los petroleros, una multitud corearía que “no les importa el frío de nuestros chicos”.

Pero eso nunca llegó a pasar porque un gobierno realmente decidido actuó para resolver.

De igual modo, si Sapag hubiera tenido para con los maestros la misma actitud que tiene para con los petroleros, “nuestros niños” hubieran perdido un solo día de clase. O ninguno.

Puede ser, entonces, que el cartel de “a vos no te preocupa la educación” que el gobierno insiste en cargarle a los maestros, esté colgado en la pared equivocada.

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